miércoles, 23 de octubre de 2013

VIUDAS NEGRAS DAGUESTAN


En su pasaporte, que fue hallado chamuscado tras la explosión, ponía Naida Asiyalova. Pero ella hubiese preferido que la llamasen por su sobrenombre, Amaturahman, a la hora de narrar la misión suicida en la que se embarcó ayer.
Se subió a un autobús minutos después de las dos de la tarde, hora de Volgogrado. Cuando el vehículo, lleno de vecinos de esta ciudad rusa y de estudiantes de la cercana universidad, aceleraba por la carretera ella activó el explosivo que llevaba consigo. Seis personas murieron y 37 están heridas, incluido un niño de 20 meses.
Naida había nacido en la república rusa de Daguestán hace 30 años y estaba casada con un joven moscovita, Dimitri Sokolov, que actualmente está en busca y captura y es militante islamista en Majachkala, capital de Daguestán y lugar donde reside parte de la familia de los autores de los atentados de Boston.
El perfil de Naida encaja con el de las llamadas 'viudas negras', jóvenes musulmanas del Cáucaso que se embarcan en ataques suicidas tras haber perdido a algún miembro varón de la familia a manos de las tropas rusas.
En este caso, los papeles de la pareja están cambiados porque ambos se conocieron estudiando en Moscú y fue ella quien lo reclutó a él.
El paradero de Dimitri se desconoce desde que se fue a un curso de árabe a una de las mezquitas de la ciudad: ahora ha cambiado de nombre, se llama Abdul Jabar, y está en busca y captura por participar en dos explosiones.
Rusia contiene con mano de hierro los intentos de grupos radicales de formar un estado islámico en el Cáucaso. Los enfrentamientos duran desde 1994 y a día de hoy gente como Naida supone uno de los mayores temores del ruso medio: en la última década han muerto más de 300 personas en ataques contra el transporte público en Rusia, según cifras del canal RT.
Hubo ya un ataque terrorista a un autobús en 2007 en la ciudad de Togliatti, que dejó ocho fallecidos. Los ataques a cargo de 'viudas negras' no son extraños en el Cáucaso Norte, pero en Moscú se recuerda especialmente el de marzo de 2010.
Fue un doble atentado suicida en dos paradas del metro de Moscú donde murieron despedazadas 40 personas, dejando unas escenas dantescas en la retina de los rusos. Janet Abdurajmánova, de 17 años, y Marja Ustarjánova, de 20, fueron las autoras de la matanza. Ambas habían perdido a sus parejas en operaciones antiterroristas

cortesia elmundo.es

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