miércoles, 23 de octubre de 2013

VENCEDOR DE LOS MARES REINO UNIDO


El 14 de junio de 1968, un oficial inglés de la Marina de apenas 29 años partía de incógnito desde el Puerto de Falmouth a bordo del Suhaili, un robusto queche de casi 10 metros de eslora. Su objetivo era convertirse en la primera persona en circunnavegar el planeta en solitario y sin escalas. Lo consiguió. Ahora, a sus 74 años, Robin Knox-Johnston continúa siendo un adicto al salitre. Acaba de anunciar que estará en la línea de salida de la próxima edición de la mítica Sydney-Hobart.
La aventura que encumbró a Sir Robin fue la Sunday Times Golden Globe Race. El periódico inglés anunció en 1968 un premio para la persona que diese la vuelta al mundo en solitario y sin paradas en menos tiempo. La sospecha de que el francés Eric Tabarly planeaba un reto similar desde su país empujó a Knox-Johnston a participar por orgullo patriótico. No podía permitir que semejante reconocimiento no fuese para un regatista británico.
Puesto que hace 45 años era complicado que los nueve inscritos manejasen barcos siquiera parecidos, el Sunday Times permitió que cada uno organizase la salida a su antojo. La única condición era partir entre el 1 de junio y el 31 de octubre desde las Islas. Knox-Johnston salió desde Falmouth el viernes 14 de junio, casi a escondidas para evitar que sus rivales descubrieran su plan. Justo antes de salir, el periódico le envió un psiquiatra para comparar su estado mental antes de la regata con el de su regreso. Zarpó "penosamente normal".
Diez meses después, el 22 de abril del año siguiente, Robin estaba de regreso. Fue el primero y el último en completar la travesía. Ganó porque nadie más superó el desafío. Los otros ocho se retiraron antes de tiempo. El francés Bernard Moitessier dio media vuelta cuando ganaba. "Porque soy feliz en el mar y quizás para salvar mi alma", dijo desde su barco. Cuentan también que el inglés Donald Crowhurst se tiró por la borda después de varios meses enviando datos falsos desde su yate. Su barco apareció a la deriva.
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cortesia elmundo.es

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