sábado, 27 de abril de 2013

JORGE EVOLE ME PONE ENFERMO ESPANA


No, no me refiero a él, admirado y premiadísimo periodista que ha recuperado para la televisión el formato de docu-denuncia, con todas sus luces y todas sus sombras, y con el que dicen que, además del nombre, comparto cierto parecido físico. Lo siento, Jordi, algo malo tenías que tener.
Lo que ocurre es que, desde que hace unas semanas se emitiera su especial Salvados sobre la industria farmacéutica, no han dejado de llegarme cartas, llamadas de teléfono, mails de médicos, pacientes e investigadores que están que trinan. Crece en las consultas el número de enfermos que acuden al médico preguntando si es verdad lo que dice Jordi. Como si la emisión del reportaje nos hubiera puesto a todos un poquito más enfermos.
¿Y qué dice Jordi? Bueno: él dice sin decir. Más bien hace que digan otros o maneja con sutileza el género de la repregunta y la edición postproducción para que parezca que digan que la industria farmacéutica se inventa enfermedades, que las relaciones entre las empresas fabricantes de medicamentos y los médicos son más estrechas de lo que éticamente resulta permisible, que los médicos recetan bajo presión del capital, que los medios de comunicación alentamos la sensación de que estamos más enfermos de lo que realmente estamos para hacer el caldo gordo a los pérfidos vendedores de pastillas...
Es decir, que entre todos somos unos promotores de la enfermedad, idea nada nueva que ya propusiera William James en 1894 y que sirvió a la periodista Lynn Payer para hacerse de oro vendiendo su libro sobre el tema en los años 90. Ella lo decía en inglés (disease mongering) y lo definía como el empeño de la industria de tratar de convencer a la gente sana de que está enferma y a la enferma de que está más enferma. El documental de Évole bebe mucho de esa idea de Payer, 20 años después.

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cortesia libertaddigital

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