Sociedad Hispana Doylestown es una organización sin ánimo de lucro, fundada en 2007, en el Condado Bucks, Pensilvania, y aprobada por el IRS 501(c)(3). La organización está dedicada al estudio y valoración de la cultura ibérica y latinoamericana, incluyendo el idioma español, su literatura y sus artes. Nuestro objetivo es promover su conocimiento transcultural.
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domingo, 19 de mayo de 2013
AUTISMO IGUAL A GENIALIDAD? TEXAS, USA
Jacob era un bebe sonriente, de esos que se tientan de la risa y se hacen entender, aunque sea balbuceando. Pero un día, cuando ni siquiera había cumplido un año y medio, Jacob dejó de sonreír, dejó de comunicarse y comenzó a encerrarse en una burbuja incomprensible. Se quedaba en los rincones apilando libros o pasaba horas observando sombras en la alfombra. El diagnóstico dijo el resto: lo suyo era un trastorno del espectro autista llamado Síndrome de Asperger y era posible que nunca lograra ni atarse los cordones.
Pero su madre lo observó, registró todo eso con lo que se fascinaba y en vez de focalizar en lo que no podía, focalizó en la chispa que lo encendía. Ese bebé, resulta, tenía un coeficiente intelectual más alto que el de Einstein y ahora, a los 14 años, está cursando un doctorado en Física Cuántica. Creen que si logra desentrañar la teoría que lo desvela, irá directo a un Premio Nobel.
Jacob Barnett pasaba horas en un rincón moviendo un palito frente a su cara, observando sombras o siguiendo las líneas de la funda escocesa de un sillón. Sólo eso. Sus padres –ella docente de enfermería, él gerente en un negocio de telefonía– se desesperaron. Y Jacob empezó a hacer 60 horas semanales de terapia en el garaje de su casa: más de las horas de trabajo de muchos adultos. Pero fue cuando su madre lo dejó fluir que el escenario comenzó a cambiar. Jacob, con tres años, abandonaba la terapia, se aislaba y reproducía con palitos de chupetines una ciudad en la que había estado. Con 4 años, se sentaba en el asiento trasero del auto e indicaba a sus padres –por rutas, autopistas y atajos– el camino de una ciudad a otra. O reproducía un concierto de piano aunque jamás había estudiado piano. Muchos años después, a su madre le explicaron que, cuando su hijo volcaba la bolsa de cereales y se quedaba mirándolos, probablemente estaba comprendiendo el volumen de las cosas. Y que su primera gran pasión –el estudio del Universo–había nacido de los paseos de noche con ella: “No tenía idea de que las estrellas iban a ser el puente que lo devolvería al mundo”, dijo Kristine a la BBC.
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cortesia clarin.com.ar
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