Lo ocurrido no fue más que una fea mueca del destino. Ámsterdam, como metafórico final de trayecto de una idea ahora mancillada en favor de los resultados y las acciones episódicas (como la expulsión de Veltman que permitiría poder recuperar la pelota). Qué ironía. En la cuna del totaalvoetbal, y ante la mirada de miembros del santoral azulgrana como Johan Cruyff, Ronald Koeman o Louis van Gaal, el Barcelona desnudó su cruda realidad protagonizando la peor primera parte del último lustro.
Ha quedado claro que el balón le importa un comino, que el centro del campo, otrora zona de creación, no es más que un enorme trozo de campo donde Xavi ve los balones volar sin remedio, que Messi y Valdés no pueden maquillar ahora nada, y que la supervivencia depende exclusivamente de la fiabilidad en las áreas. Sin el biombo del resultado de turno, y con su primera derrota como técnico del Barcelona, el invierno acaba de llegar para Martino. Lo de no zanjar el primer puesto en la Champions fue sin duda lo de menos.
cortesia elmundo.es
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Con Busquets en el banquillo y Song burlado una y otra vez en el eje, el Ajax zarandeó con gusto una línea defensiva que echó de menos al que ha sido su corrector en los últimos tiempos, Marc Bartra. Mientras Puyol sufría un calvario en el lateral diestro ante Boilesen, Piqué y Mascherano mostraban su peor cara.
ResponderBorrarLa pareja de centrales ni siquiera pudo husmear el centro de Van Rhijn que acabaría aprovechando el diminuto Serero en el centro del área. Más esperpéntica resultó la imagen que precedió el segundo tanto, con Piqué, brazo en alto pidiendo fuera de juego, y Puyol, otra vez totalmente fuera de control. Ambos incapaces de mandar a la tercera gradería un rechace de Pinto -de los pocos que se salvaron de la quema- y que acabaría aprovechando Hoesen.
Si el Barcelona logró hacer suya la posesión no respondió a un ejercicio de nostalgia. Todo lo contrario. Al Ajax no le quedó otra que recular después de que un error propiciara la expulsión de Veltman tras la enésima recuperación de un Neymar al que nadie deja tirar un penalti (la jerarquía la asumió Xavi). Pero ni con ésas. Ni con balón ni sin balón. Ni con veteranos ni con canteranos. La caricatura estaba ya acabada.