jueves, 5 de septiembre de 2013

BORRACHITOS DE ALTURA IBIZA


La gota que colmó la copa fueron los 30 pasajeros que hace apenas unas semanas se pelearon, destrozaron el mobiliario, insultaron a la tripulación, amenazaron con convertir el vuelo en un viaje suicida y simularon la violación de las azafatas del vuelo de Ryanair FR694 que unía las ciudades de Prestwick , en Escocia, y la isla de Ibiza.
La Guardia Civil abordó el avión cuando, milagrosamente, los pilotos lograron aterrizar en la isla tras amagar con un aterrizaje de emergencia en París, llevándose esposados al cuartelillo a cinco de sus pasajeros, y diez botellas de vodka como prueba.
La escena, con alguna que otra variación, se ha convertido en una práctica habitual de las últimas temporadas en los vuelos procedentes del Reino Unido e Irlanda con destino a la isla de Ibiza. Una situación que ha provocado que la aerolínea irlandesa Aer Lingus haya decidido 'motu proprio' declarar la ley seca como medida excepcional para su línea Dublín-Ibiza, según publica el Irish Sun.
La compañía ha añadido un registro extra a sus pasajeros para evitar que accedan al avión con alcohol adquirido en el duty free del aeropuerto de Dublín, algo que ya formaba parte indispensable del equipaje de mano de un gran número de sus clientes, en su mayoría jóvenes que viajan a la isla con intención de descorchar sus pasiones. "Hemos tenido que aplicar algunas medidas de seguridad adicionales en la puerta de embarque porque estamos teniendo bastantes problemas de conducta con algunos de los pasajeros que beben a bordo más de la cuenta", señala la compañía.
Los británicos Jonathan y Nicholas, ambos de 19 años, acabaron en los juzgados de Ibiza por levantarse de los asientos, bajarse los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos, y recorrer el pasillo del avión de una punta a otra durante las tres horas del vuelo de la compañía Jet 2 entre Newcastle e Ibiza. Debido a su elevado estado de embriaguez la tripulación tuvo serias dificultades para lograr que se mantuvieran en sus asientos.

cortesia elmundo.es


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