miércoles, 24 de octubre de 2012

EL CALZADO, UNA PASION DE ... FRANCIA


La Federación Francesa del Calzado saca pecho con una exposición que comienzo ayer en los talleres Richelieu de París y se extenderá hasta el 4 de noviembre, en la que quiere demostrar que, pese a un mercado cada vez más globalizado, los zapatos “made in France” siguen pisando fuerte.
La muestra pone de relieve cómo el sector del calzado galo, de forma similar al español o italiano, se obstina en defender su “savoir faire” y para ello reivindica la labor creativa y artesanal frente a la fabricación en serie. “Creo que el visitante deberá venir varias veces para satisfacer su curiosidad, porque se trata de una exposición no muy grande pero sí muy densa”,  dijo el presidente de la Federación del Calzado gala, Jean-Pierre Renaudin.

Entre 600 y 800 piezas y numerosos paneles explicativos permiten al visitante comprender el proceso de creación de calzado en Francia, mientras pasean entre zapatillas de andar por casa, deportivas, sandalias, botas, patucos y zapatos de todo tipo y época. En la exhibición se pueden encontrar, por ejemplo, numerosos pares de Kickers, un clásico en Francia por ser la marca que a finales de los años sesenta cambió la forma de diseñar el calzado infantil, al introducir por primera vez colores variados y formas atrevidas e informales (como las costuras al revés), adaptadas a los más pequeños.
La muestra, que no pretende ser exhaustiva, recoge la “creación y la innovación” de los últimos 150 años, si bien “no se trata de caer en la nostalgia” de un pasado mejor, sino de mostrar que, al contrario, se trata de una industria “viva y dinámica” en la actualidad, señaló Renaudin. Confeccionar un zapato a mano conlleva entre 150 y 180 operaciones y aunque, evidentemente, las máquinas han entrado hace tiempo en la ecuación, la parte de labor manual sigue estando muy presente en todo el proceso, quizá mucho más que en la fabricación del resto de prendas con que se viste el cuerpo humano. El papel del zapato, no obstante, no siempre ha sido estelar, como recuerda la etnóloga e historiadora Muriel Rousseau, que colaboró en el catálogo de la exposición.
En él, explica que los zapatos comenzaron a cobrar protagonismo solo a partir de la segunda guerra mundial ,cuando “el acortamiento de las faldas le otorgó visibilidad, autonomía e importancia” en el vestuario. Pese a ello, la noción de zapato “de autor” no aparecería hasta los años ochenta, cuando el calzado se incorporó a la alta costura y se integró en el conjunto de la vestimenta como un “complemento imprescindible” para cualquier persona con un mínimo de interés en la moda. Fue en estos años cuando apareció “toda una generación de creadores” de zapatos (que no zapateros), como Christian Loubotin, Michel Perry, Pierre Hardy y Roger Vivier. Posiblemente se trate del complemento con un mayor número de apasionados, y Francia sobresale en ese club. Francia es el primer mercado europeo para el calzado y el consumidor francés es “uno de los más importantes del mundo, quizás con los belgas, ya que compra hasta siete pares al año, muy por delante de españoles, italianos o alemanes”, aseguró Renaudin. En el mundo se fabrican 20.000 millones de pares al año y 24 de ellos en Francia; los galos se gastan 8.800 millones anuales entre zapatos y complementos para el calzado, a ritmo de 950.000 pares vendidos al día.
Con estas cifras, no es de extrañar que los organizadores de la muestra la hayan titulado “El zapato, una pasión francesa”. Tacones de aguja de diseño, simples alpargatas, botas militares, mocasines… En ella podremos encontrar modelos suficientes para que cada visitante, francés o extranjero, pueda dar con la horma de su zapato.

cortesia elobservador

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