martes, 29 de octubre de 2013

HORROR EN EL POZO ,MINERIA


Impotencia en las caras. Algunos apenas podían articular palabra para expresar lo que sentían. Lágrimas de hombres curtidos a las puertas del pozo al ver salir, uno a uno los cadáveres de sus seis compañeros fallecidos. Alguno lanzó un tímido aplauso, como manda la tradición en estos casos en homenaje a la valentía de los que bajan cientos de metros bajo tierra.
Eran jóvenes, demasiado, decían sus compañeros. A pesar de que el mayor de las víctimas, el asturiano, natural de Pola de Lena, José Luis Arias, a sus 45 años estaba a punto de jubilarse y alejarse todo lo posible del carbón. Jóvenes, pero que llevaban más de media vida trabajando en el tajo. De media, 14. Pero la veteranía no entiende de fugas y el grisú les volvió a jugar una mala pasada, más de 50 años después del último accidente mortal en esa mina Emilio del Valle.
Todos ellos habían salido de su casa cuando aún era de noche para entrar en el primer turno de la mañana. Era un centenar.
De ellos varias decenas bajaban a la planta séptima, a unos 400 metros de profundidad. Estaban picando cuando se toparon con la bolsa de grisú.
Entre las víctimas un compañero que se había casado hacía poco y esperaba un hijo. Entre los muertos otro que hoy no regresó a besar a su hija nacida el pasado mes de agosto. Hasta la boca de la mina se trasladaron rápido sus familiares. Casi todos eran hijos de mineros. Otros hermanos también en esa explotación. Los más viejos del lugar recordaban la última tragedia en Emilio del Valle, allá por 1957. Entonces murieron nueve. "Pero entonces era más lógico" decía Joaquín... pero que esto pase hoy".

cortesia elmundo.es

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