Hizo todo por ganar el equipo de Simeone. Con puro fútbol y también más allá del reglamento. De hecho, impuso su estilo físico, y dominó la escena durante casi toda la noche. Su único pecado fue confundir la ambición con el desquiciamiento, la agresividad con los bajos fondos. Dos codazos de Filipe, ocho faltas de Gabi y un pisotón de Godín en mitad de la espalda de Alves. Puede que Fernández Borbalán no sea el mejor árbitro del mundo, pero cuando sacas la navaja a veces te salpicas de sangre.
Hubo tantas broncas que hasta expulsaron a Arda, sentado entonces en el banquillo. Aquello ya parecía una casa de locos, una de esas veladas de auténtica camorra. Al Barça le sacaron del partido, le castigaron sin balón y se vio forzado a algo que no siente como suyo. Alzó un título con el gancho, empatando, sufriendo como cualquiera. No ganó de frac, sino con cualquier " trapillo de rebajas."
cortesia elmundo.es
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