Lejos de la selva, donde pasó más de seis años encadenada, esta mujer franco-colombiana convertida en símbolo del conflicto que asola desde hace medio siglo a ese país latinoamericano, recuerda aquel momento como una resurrección.
“Hay una satisfacción por haber logrado sobrevivir, es bastante primario como sentimiento, pero es así”, confiesa Betancourt en una entrevista exclusiva concedida a la AFP por videoconferencia, desde Londres, donde prepara un doctorado en teología, en la prestigiosa universidad de Oxford.
Recientemente, haciendo la limpieza de primavera, encontró en una caja los objetos que la acompañaron durante su cautiverio: su radio, un reloj “que siempre indica exactamente la hora de la selva”, su uniforme, sus medias, su ropa interior.
“La sensación que me embargó al sacar esos recuerdos fue totalmente distinta a la que tuve cuando los guardé”, rememora.
El recuerdo preciso de su rescate durante una operación de infiltración en la que el ejército engañó a las FARC, permanece intacto. “Todavía veo el movimiento del pasto cuando el helicóptero se posó en un campo de coca”.
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cortesia elobservador.com
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