sábado, 15 de junio de 2013

UN INFIERNO DE US OPEN GOLF


Lee Wesrwood
Graeme McDowell, +7 en el día. Nick Watney o Jim Furyk, +9. Ángel Cabrera y José María Olazábal, +11. A la USGA se le ha ido la mano. El US Open siempre será conocido por lo extremo de sus condiciones, por llevar al límite a los profesionales, pero en este 2013 el empeño de llevar el segundo grande de la temporada al Merion GC de Philadelphia puede llegar a parecer más un ejercicio de masoquismo que un intento de forzar a los mejores golfistas del planeta, de los que, por cierto, sólo dos terminaron por debajo del par total en una nueva jornada inconclusa por falta de luz.
No hay que irse ni un año atrás en el calendario para encontrar un US Open con su ganador por encima del par del campo. Sirva el ejemplo del triunfo de Webb Simpson en el Olympic Club de San Francisco con un resultado global de más uno la demostración de la tesis. Una que la USGA (federación estadounidense de golf) se empeña en mantener como si fuera tradición necesaria e indispensable en su torneo. No siempre fue así, aunque también hay quien argumenta el sufrimiento de los profesionales en comparación con el del amateur de nivel medio como motivo suficiente para amar este torneo.
Amado y odiado a partes iguales, en las afueras de Philadelphia sólo dos jugadores marchan por debajo del par del campo después de dos jornadas (la última sin terminar al 100%). No hizo falta lluvia ni viento, basta la forma en que el East Course de Merion esté preparado. Un desafío, un drama o un infierno. Todas las versiones son aceptables, aunque nadie se queja. Ni de la dureza de los greens, ni de su velocidad. Tampoco de un primer corte de rough espesísimo. Y del segundo corte mejor ni hablar. ¿Para qué? La elección de Merion fue muy criticada en su momento. Un diseño de 1912, antiguo, corto y que, con las lluvias, iba a presentar unos greens lentos y receptivos. Pues está siendo todo lo contrario. Desde luego que si la USGA quería un desafío/drama/infierno fue la mejor elección posible. Es lo que hay.
La prueba del éxito de la federación yanqui es Billy Horschel. Y también un Phil Mickelson que lo consiguió en el último putt. Ellos han sido los únicos capaces de doblegar al campo después de 36 hoyos. Sólo ellos. Y nadie más, porque todos los que iniciaron la jornada por debajo terminaron mal. Desde un KJ Choi y su +6 en el día hasta llegar, por ejemplo, a José María Olazábal, en principio único español que no estará presente durante el fin de semana. Pero no fueron Horschel y Mickelson los únicos que terminaron sonriendo.

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cortesia elmundo.es.com

1 comentario:

  1. Hace 15 años que he jugado golf allí. Tenia 89 golpes. Me siento que no he jugado tan mal que pensaba en aquella entonces

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