domingo, 14 de abril de 2013

LA ESPANA PLURAL EN EL PRADO MADRID

La Expunacion de Rheinfelden-Vicente Carducho
PELLEGRION THEBALDI

“Los dibujos de esta exposición son la prueba de que España siempre ha sido la España de las regiones, y de que no se puede entender la historia del país sin sus robustas conexiones con el resto de Europa”. Estas palabras, pronunciadas ayer tras la presentación de la muestra El trazo español en el British Museum. Dibujos del Renacimiento a Goya,no correspondieron a la esforzada lectura de un político a su fugaz paso por el Prado. La reflexión pertenecía a Neil MacGregor (Glasgow, 1946), insigne director del British (que antes lo fue de la National Gallery), recién llegado de Londres para adornar con su presencia el acontecimiento de resonancias casi diplomáticas: es la primera vez que las 71 obras, con auténticas joyas de Berruguete, Carducho, Murillo, Alonso Cano, Ribera o Goya, entre ellas, abandonan el museo británico.
Cabeza de monje--ZURBARAN
La España plural se vertebra en la muestra (que permanecerá abierta hasta el 16 de junio y ha recibido el apoyo de la Fundación de Amigos del Museo) en cinco tramos, atendiendo a criterios cronológicos y geográficos. Se parte de “la importación de las prácticas gráficas en Castilla, entre 1550 y 1560”, cuando los modos y técnicas de los maestros italianos influyeron en los artistas españoles arremolinados en torno al gran proyecto constructivo de El Escorial y el empeño de Felipe II, que siempre exigía un boceto antes de encargar una obra. El influjo italianizante se deja sentir en Madrid durante todo el siglo XVII en los Rizi, Carducho y Carreño de Miranda, aunque cedería a principios del setecientos ante el empuje de los Borbones y de la promesa de la iluminación llegada de Francia. Entre una y otra sección se despliegan los ejemplos (se diría que antagónicos) del dibujo andaluz y valenciano. Si a orillas del Turia, los tonos fueron cálidos y la sanguina tomó el papel entre 1500 y 1700, en Sevilla, Granada y Córdoba la demanda de los activos coleccionistas (eclesiásticos y particulares) alentó incluso la fundación en 1660 de la escuela de dibujo de Murillo y Francisco de Herrera. A esta sección corresponde (aunque reciba a los visitantes al inicio del recorrido) una de las joyas más destacadas: una intensa cabeza de monje atribuida a Francisco de Zurbarán, que reviste el valor de que no hay noticia de ningún dibujo que lleve su firma.

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cortesia libertaddigital

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