viernes, 1 de febrero de 2013

LINCOLN , pelicula HOLLYWOOD


La historia estadounidense es materia bastante masticada para el espectador promedio internacional. Así que aspectos como la guerra de secesión o personajes como el general Ulysses S. Grant no son desconocidos para un cinéfilo promedio. Si sumamos ambas combinaciones no debe haber espectador que desconozca que el presidente Abraham Lincoln abolió la esclavitud en Estados Unidos. El objeto de "Lincoln" (pelicula) es, por sobre todas las cosas, la dramatización de este proceso.  Apenas un pequeño prólogo en la guerra –que nos remite a otra y mucho mejor película de Spielberg: "Rescatando al soldado Ryan"– y el epílogo, con su inevitable asesinato, nos separan de ese proceso. Polémico proceso porque si bien todos sabemos a posteriori que Lincoln abolió la esclavitud, no todos sabemos cuán complicado resultó hacerlo. Y no tanto debido al Sur, sino por el debate mismo sobre esclavitud que se sostenía en el Norte, entre republicanos y demócratas.
Lincoln entonces se centra en enero de 1865, mes en el que se votó en la cámara la enmienda 13 a la Constitución, y en aquellos personajes que tuvieron más o menos que ver con todo el proceso. Y es así que se va tornando un asunto espinoso. Primero de todo,  porque durante la primera hora es bastante fácil perderse con los datos y elementos que se atropellan si uno no tiene a mano una enciclopedia. Y segundo, porque hay muy poca materia cinematográfica detrás de lo que vemos. Quiénes son los personajes? Apenas nombres que se disparan, interpretados siempre, eso sí, por actores conocidos. Qué fundamenta a estos personajes? Nunca lo sabremos, están los que rechazan la abolición, por malos, y los que la promueven, por buenos. Y listo, no hay nada más. La película parece toda en sí un gran discurso para la posteridad (llega a niveles increíbles una discusión íntima entre Lincoln y su esposa en su dormitorio con diálogos que parecen de tragedia griega), y se queda, en definitiva, en ser  un sobreproducido documental para History Channel con la única intención de apoyar las clases de historia en la educación formal. Pero de construcción cinematográfica, de cine, de pasión (todas cosas que Steven Spielberg conocía muy, pero muy bien) no hay nada. Apenas si la secuencia del voto –cuando se realiza la votación a la enmienda en la cámara– transmite algo de fuerza, algo de emoción.  Con este material, hay muy poco que hacer para los actores. Sí, el parecido físico de Daniel Day-Lewis con Abraham Lincoln es formidable. Lewis es un gran actor y, por encima de todas las cosas, logra transmitir presencia. Seguramente su actuación le meerzca el Oscar, pero no hay casi nada detrás. Solo una máquina de repetir instancias célebres con el rostro adusto que tiene Lincoln en las estatuas. Lo mismo corre para todo el elenco (que es un sinfín de actores de fuste: Sally Field, Tommy Lee Jones, Joseph Gordon-Levitt, Jared Harris, David Strathain, entre otros) que parece por momentos casi una broma de mal gusto tener tan impresionante reparto para someterlo a personajes casi anónimos con escenas de tres minutos y dos diálogos.
Esto es porque el retrato del presidente, la película toda, es exactamente lo que uno esperaba ver. Una película amable con su espectador. fácil de tragar. Es verdad, Abraham Lincoln ha sido una buena persona (alcanza para juzgarlo sus acciones y sí, abolió la esclavitud en USA), pero este moderado retrato, pausado, discursivo y constructor consciente del “padre de la Patria” es cualquier cosa menos ejemplo de gran cine.
cortesia elobservador

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