miércoles, 5 de diciembre de 2012

EL PUENTE DE ALCANTARA, novela ALEMANIA


 Notas tomadas de la novela Die Brucke von Alkantara (El Puente de Alcantara), Frank Baer.

"Cuando murió Ibn Ammar (uno de los personajes principales de la mencionada novela), los almorávides ya habían puesto el primer pie en Andalucía. Yusuf ibn Tashfin había comprendido rápidamente que el príncipe de Sevilla intentaba detenerlo para llegar a un acuerdo con los españoles. Cuando el emisario sevillano regresó de Ceuta a Algeciras, fue escoltado por varios barcos bereberes que llevaban tropas ocultas a bordo. Nada más llegar, atacaron por sorpresa y conquistaron de inmediato el puerto y los astillerosadyacentes. Esa misma noche llegaron refuerzos de Ceuta, entre los cuales había unidades de jinetes que sitiaron la ciudad. Por la mañana se planteó un ultimátum al gobernador de Algeciras,dándole tiempo hasta el mediodía para que desalojara completamente la ciudad. A al-Mutamid de Sevilla no le quedó más remedio que resignarse.Cuando la noticia del desembarco de los almorávides llegó a León, el rey don Alfonso,envió una petición de ayuda a los caballeros franceses y empezó a reunir su ejército. A principios de octubre puso en marcha sus tropas y montó un campamento al norte de Badajoz, cerca delcastillo de az-Zallaka. Desde Sevilla, donde al-Mutamid le había preparado un gran recibimiento para abrir lacampaña, le salieron al encuentro el ejército del emir almorávide Yusuf ibn Tashfin y los de los príncipes andaluces.El jueves 22 de octubre de 1086 se reunieron los portavoces de ambos bandos y acordaron celebrar la batalla el sábado. Don Alfonso no respetó el acuerdo y atacó el viernes. Sus tropas consiguieron poner en retirada a las unidades andaluzas. Sólo al-Mutamid consiguió afirmar su posición, gracias a su valor personal. Luego atacaron los jinetes bereberes y las unidades negras de los almorávides, y la situación se invirtió. El ejército de don Alfonso sufrió una dura derrota, en la que el rey mismo fue herido mientras huía. Los vencedores amontonaron en el campo de batalla las cabezas cortadas de los españoles y franceses y las enviaron a todas las ciudades de Andalucía y el norte de África, junto con la noticia de la victoria.La batalla de az-Zallaka frenó momentáneamente el avance de los españoles y concedió un descanso a los príncipes andaluces. También Yusuf ibn Tashfin, el verdadero vencedor, se retiró sorprendentemente después de la batalla y regresó a África. Pero había visto cuán fácil era vencer a los desunidos príncipes andaluces, y se quedó con el punto de apoyo de Algeciras.El emir regresó en el año 1089. Sitió al aventurero español García Jiménez en la fortaleza de Aledo, destruyendo ésta hasta tal punto que los españoles tuvieron que abandonarla. Acto seguido, ayudó a al-Mutamid a recuperar Murcia y a apresar a Ibn Rashiq.En el verano del año 1090 sus tropas sitiaron Toledo. Para esa fecha, los príncipes andaluces habían empezado, por fin, a comprender que no eran los amos de su propio país, y trabaron negociaciones con don Alfonso para ganarse su apoyo contra los almorávides. Pero ya era demasiado tarde. Yusuf ibn Tashfin levantó el sitio de Toledo y se dirigió a Granada. Depuso al príncipe de esa ciudad, Abd-Alá, lo mismo que a su hermano Tamin, que gobernaba Málaga, y se procuró así un punto fácil de defender, desde donde podría intentan la conquista de toda Andalucía.El año 1091 los almorávides tomaron Córdoba y mataron al gobernador de la ciudad, el príncipe al-Fath, enviando la cabeza a su padre, al-Mutamid. En septiembre de ese mismo año, atacaron también Sevilla. Al-Mutamid fue tomado prisionero y llevado con su familia a Agmat, un pequeño nido cercano a Marrakech, donde murió en 1095. En su último poema, el que una vez fuera el príncipe más rico y poderoso de Andalucía se queja de que su hija tiene que andar descalza y en harapos.La Edad de Oro de Andalucía encontró un abrupto final. Tras la toma de poder de los almorávides, fueron los militares y los fundamentalistas ortodoxos quienes llevaron la voz cantante. Prohibieron el vino, arrancaron los tapices de los palacios y las casas particulares,obligaron a las mujeres a volver a llevan rigurosamente el velo y vejaron a judíos y cristianos. Se quemaron libros, y científicos y librepensadores tuvieron que esconderse, poetas y literatos dejaron de encontrar mecenas. El espíritu libre y vivo de Andalucía fue reemplazado por un sombrío fanatismo.Sin embargo, los estrictos almorávides tampoco tardaron en caer en el estilo de vida ligero de Andalucía. Pero a mediados del siglo XII, antes de que volviera la antigua libertad, llegó del norte de África la siguiente oleada de bereberes ortodoxos: los almohades. Éstos, que incluso superaban a sus predecesores en su celo religioso, destruyeron todas las iglesias y sinagogas e hicieron que judíos y cristianos eligieran entre convertirse al islam o ser desterrados(!). Sólo cuando Andalucía estuvo dominada por los almorávides y almohades, la guerra contra los españoles cristianos del norte se convirtió en esa guerra religiosa que condujo a ambos bandos a una intolerancia cada vez mayor. Ahora también los españoles bautizaban o desterraban a todo aquel que no profesaba la religión logica. Al guerrero religioso musulmán, que esperaba ganarse el paraíso en la «guerra santa»contra los infieles, los cristianos opusieron las órdenes caballerescas, los monjes guerreros, uno de los fenómenos de la Edad Media. La herencia de aquella larga lucha no terminó hasta 1492, cuando se expulsó al último príncipe moro de Granada.Sólo en Toledo pervivieron un poco más el espíritu y la tolerancia que habían florecido enl a Andalucía del siglo XI. Allí, cristianos, musulmanes y judíos siguieron conviviendo en paz bajo un gobierno cristiano durante un siglo más. En el año 1091, la viuda del príncipe asesinado en Córdoba, al-Fath, huyó a Toledo con su séquito.  Cien años después, en Toledo, un sucesor del rey Alfonso VIII, mantuviera oficialmente en Galiana, un castillo situado a las puertas de la ciudad con sus tesoros mas preciados. Gracias a la mezcla de habitantes españoles, andaluces y franceses, miembros de todas las religiones y conversos en todas las direcciones, en el siglo XII la ciudad del Tajo era la ciudad más viva de Europa y, junto con Palermo, el único lugar en el que había suficientes eruditos que, gracias a su conocimiento de idiomas y a su voluntad de recorrer el mundo, estaban en condiciones de revelar el amplio mundo del saber árabe a la sed de conocimientos europea. La Edad Media europea bebió en abundancia de esa fuente, y el desarrollo cultural de Europa tiene en ella una de sus principales raíces.

cortesia frank baer

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