Cuando giramos sobre patines, bailamos dando vueltas o montamos en una noria, nos mareamos fácilmente. Sin embargo, estamos girando sin parar en la gigantesca noria que es la Tierra sin ningún problema. Y eso que nuestro planeta da una vuelta sobre sí mismo cada 24 horas, lo cual significa que nos movemos a 1.276 km/h. Pero no lo notamos. ¿Por qué?
El profesor Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física de la Universidad de Alcalá, explica en CosmoCaixa Madrid que el mareo es un efecto secundario del mecanismo para mantener el equilibrio en tres dimensiones, los tres canales semicirculares perpendiculares entre sí de los oídos. Cuando giramos la cabeza lentamente, el cuerpo se da cuenta y tensa músculos distintos para mantenernos erguidos. Pero cuando la movemos muy rápido, el cerebro no sabe cómo actuar, y a veces nos caemos por descoordinación muscular.
Sin embargo, el movimiento, como dijeron Galileo y Einstein, sólo tiene significado si es relativo, si lo relacionamos con algo que no se mueve. En un avión, de noche y sin turbulencias, no sabemos que nos movemos. Esto mismo nos pasa con la Tierra: para nuestros oídos estamos parados, pues todo lo que nos rodea se mueve con nosotros.
cortessia elmundo.es
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