Reporteros del diario francés "Le Monde" contaron en la edición de este lunes cómo vivieron ataques con armas químicas lanzados por las tropas del régimen, cuando se encontraban con grupos rebeldes en las cercanías de Damasco.El fotógrafo Laurent Van der Stockt, en el amplio reportaje titulado "Guerra química en Siria" que dedica al tema "Le Monde", relató cómo vivió en carne propia los efectos de esas armas en el frente de Jobar el pasado 13 de abril.El fotógrafo vio que los combatientes rebeldes, que estaban apostados en unas casas en ruinas, empezaron a toser, a vomitar, a dar muestras de ahogo, antes de sufrir algunos síntomas él mismo, que después tuvo problemas visuales y respiratorios durante cuatro días.Según los testimonios recogidos por Van der Stockt y por el periodista Jean-Philippe Rémy -en particular de médicos del hospital Al-Fateh de Kafer Battna en la región de la Ghouta, que declaran bajo el anonimato- podría tratarse de sarín.Ese gas inodoro e incoloro neurotóxico produce efectos coincidentes con los observados sobre el terreno por los reporteros, que han estado durante dos meses allí cubriendo el conflicto y tratando de contrastar el uso de armas químicas.“Al principio, sólo se escuchó un ruido modesto, un choque metálico, casi un click. Y en el estrépito de los combates del día del sector 'Bahra 1' del barrio de Jobar, eso no llamó enseguida la atención de la brigada Tahrir Al-Sham ("Liberación de Siria"). ‘Pensamos que se trataba de un obús de mortero que no había explotado y nadie le prestó mucha atención’, explica Omar Haidar, responsable de operaciones de la brigada, que mantiene esa posición avanzada a menos de 500 metros de la plaza de Abbassides”, narró Rémy en su nota titulada “El ataque químico que viví en Siria”, que también fue publicidad en El País de Madrid.Los reporteros consideraron que las fuerzas leales al presidente Bachar el Asad utilizan gases en los frentes de guerra de forma puntual y evitan las propagaciones masivas, que ofrecerían fácilmente pruebas irrefutables del uso de esas armas.Un uso que, para algunos gobiernos occidentales como Estados Unidos o Francia, constituiría una línea roja que si se traspasara podría justificar una intervención internacional, en particular si se demostrara que se utilizan contra la población civil.“Buscando palabras para retratar ese sonido incongruente, lo describe como "una lata de Pepsi que cae al suelo". No produjo olor, no hubo humo, ni siquiera un silbido que indicara la eyección de un gas tóxico. Después aparecieron los síntomas. Los hombres tosían violentamente. Les quemaban los ojos, sus pupilas se retrajeron hasta el extremo, su visión se oscureció. Pronto sobrevinieron las dificultades respiratorias, en algunos casos agudas, los vómitos, los desmayos. Hubo que evacuar a los combatientes más afectados, antes de que se asfixiaran”, agrega la nota
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cortesia elobservador.com
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