
Parece que el Parlamento de Cataluña ha encontrado en qué ocupar el ocio de los diputados que cobran dietas por sestear en su comisión de relaciones internacionales (Comisión de Acción Exterior, Unión Europea y Cooperación, en la pretenciosa jerga oficial). Así, acaba de dar trámite a una propuesta de resolución en la que la Cámara autonómica expresa su incondicional apoyo y sentida solidaridad a varias etnias olvidadas y tribus del Tercer Mundo. Con una mención muy especial a la nación kurda, al pueblo tuareg, a los refugiados de la guerra de Mali y a los sindicalistas agrarios de... Andalucía. Una broma casi privada que, como de costumbre, se saldará entre las sonrisitas cómplices de los avisados y el silencio servil de la prensa doméstica. He ahí otro recordatorio institucional de ese tenue, velado aroma racista del que nunca se ha acabado de desprender el catalanismo que se dice serio y respetable. Porque llueve sobre mojado. A fin de cuentas, el enésimo insulto a los andaluces, paradigma de lo español para los hijos putativos de Prat de la Riba, se produce en el hemiciclo que presidió no ha tanto Heribert Barrera. El filonazi Barrera, fervoroso entusiasta de la higiene racial catalana que predicaba a los cuatro vientos la inferioridad intelectual de los negros. El patriota Barrera, hoy difunto, aunque no olvidado merced a los muchos honores y homenajes póstumos que no se cansa de procurarle la Generalitat.
cortesia libertaddigital
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