El violento episodio se produjo inmediatamente después que el presidente venezolano Nicolás Maduro ordenó la “ocupación” de esa cadena de electrodomésticos bajo el cargo de usura. “He ordenado la ocupación de esa red de tiendas y sacar los productos a la venta al pueblo a precios justos, que no quede nada en los anaqueles, que no quede nada en los almacenes”, dijo el mandatario para explicar la medida que incluyó el arresto de los gerentes de la firma.
Mientras en Caracas se formaron grandes filas de gente atraída por la posibilidad de comprar equipos electrónicos a precios de ganga fijados por el gobierno, en Valencia el público entendió que ni siquiera había que pagar sino directamente tomar la mercadería. Es un efecto de los discursos incendiarios contra los empresarios que el gobierno ha redoblado debido a una escalada inflacionaria y la mala perspectiva oficialista para las elecciones municipales del 8 de diciembre.
La Daka de Valencia fue desvalijada en menos de dos horas ante la mirada complaciente de las autoridades.
El peligro de saqueo en Caracas fue diluido por la policía. La teatral acción de Maduro puso felices a los venezolanos que pudieron acceder a productos en general de alto precio. Las colas en todas las tiendas de los electrodomésticos fueron kilométricas como ha sucedido en los días previos a una devaluación.
Bajo la amenaza de la confiscación de la mercancía en las áreas de calzado, textiles y electrodomésticos, los comerciantes tuvieron que resignarse a mostrar sus libros contables a los funcionarios uniformados. La acción de Maduro fue parte de su campaña para aplacar la presunta “guerra económica” a la que atribuye los problemas notables que tiene la economía de unos de los países con mayores reservas de petróleo del mundo.
“Vamos a peinar todo el territorio nacional en los próximos días.
cortesia clarin.com
¿Divisiones en los más íntimo del chavismo en Venezuela? ¿Pelea entre mujeres? Algo así.
ResponderBorrarLa pelea por La Casona, la residencia oficial del presidente de Venezuela y su familia, según reza en la Constitución, ha llegado a nivel bélico, desde la muerte del presidente Hugo Chávez hace ocho meses. Sus hijas siguen instaladas allí, y no tienen apuro en irse. A pesar del enojo de la combativa Cilia Flores, la primera dama y esposa de Nicolás Maduro, informa el diario ABC de Madrid.
A Maduro parece darle igual dónde dormir. Y se reparte, dicen, entre algunas noches en el Cuartel de la Montaña, junto a la tumba de Chávez y en otra residencia oficial: La Viñeta.
Pero la casona presidencial sigue copada por las hijas del fallecido mandatario. Rosa Virginia y María Gabriela Chávez, con sus respectivas familias ya vivían en La Casona cuando Chávez era presidente, aunque no deberían haberlo hecho porque la ley se lo impedía al ser las dos mayores de edad. También por ley deberían haber desalojado la residencia presidencial desde el mismo momento en que juró Maduro.
Hace 15 años que viven ahí, y no tiene intención en irse al menos rápidamente. Los tiempos de las chicas Chávez parecen enfurecer aún más a Flores. Parece ser que es ella la que más ha presionado a Maduro para que ambos puedan disfrutar de La Casona.
Rosa Virginia, la hija mayor del difunto, tiene dos hijos con Jorge Arreaza, yerno de Chávez y designado por Maduro vicepresidente de la República. La relación conyugal parece que ha naufragado. Rosa Virginia se ha separado de Arreaza y lo ha echado de La Casona; una mansión decorada con muebles caros, obras de arte y varias decenas de empleados, entre personal de servicio y miembros del cuerpo de seguridad.