sábado, 18 de enero de 2014

HIROO ONODA JAPON

Onoda- San

Hiroo Onoda, un oficial del Ejército Imperial Japonés que permaneció en su puesto en la selva, en una isla en Filipinas, durante 29 años, negándose a creer que la Segunda Guerra Mundial había terminado, y que regresó a una bienvenida de héroe en un Japón irreconocible, en 1974, murió el jueves en un hospital en Tokio, se supo ayer. Tenía 91 años.
Atrapado en una urdimbre del tiempo, Onoda fue uno de los últimos reductos de la guerra: un soldado que creía que el emperador era un deidad, y la guerra una misión sagrada; que sobrevivió gracias a las bananas y los cocos, y a veces asesinó a pobladores que suponía eran enemigos; que finalmente regresó a casa, a la tierra del loto, el papel y la madera, y que resultó ser un mundo futurista de rascacielos y destrucción atómica.
La historia y la literatura japonesas están repletas de héroes que permanecieron leales a una causa, y Onoda, un hombrecito delgado, de modales dignificados y porte militar, les pareció a muchos un samurai antiguo, que ofrece su espada como gesto de rendición al Presidente de Filipinas, Ferdinando Marcos, quien se la devolvió.
Y su regreso a casa, con multitudes que gritaban, agitaron a su país con un orgullo que muchos japoneses han considerado como algo faltante en los años de la posguerra, de prosperidad y materialismo creciente. Su suplicio de privaciones podría haber parecido una pérdida para gran parte del mundo, pero en Japón era un recordatorio conmovedor de las cualidades redentoras del deber y la perseverancia.

cortesia clarin.com

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