"Toda mi preferencia ha sido siempre por los viajes en dirección normal [perpendicular] a la superficie terrestre, bien elevándome a las nubes, bien descendiendo a las entrañas de la Tierra o bajo el agua de los mares", relataba hace 80 años (1933) en su discurso de entrada en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
La pasión por volar de este ingeniero militar le llevó a ser uno de los primeros pilotos de globo de España, pero enseguida pasó a interesarse por los aviones, fáciles de maniobrar. En 1914 ocupó las portadas de los periódicos por ser el primero en cruzar el estrecho de Gibraltar en aeroplano. Años antes, en 1905, se elevó bajo la mirada del rey Alfonso XIII para observar un eclipse solar.
Herrera, un hombre inquieto, no se conformó con el vuelo atmosférico por mucho tiempo. Tan pronto como lo consideró un problema resuelto, se centró en conquistar el espacio exterior. "Presentaba para mí muchos más atractivos un sencillo viaje vertical –añadía en su discurso–, que una expedición a los países más remotos, siguiendo las vías de comunicación habituales"
cortesia elmundo.es
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